Noticia Detallada - TSJ Regiones

En el marco del día nacional del Abogado, felicitamos a los profesionales del derecho, los cuales conforman, junto con los órganos de administración de justicia, la garantía del derecho de acción y del derecho de defensa de los justiciables, valiendo la ocasión para reafirmar nuestro compromiso de proteger los principios contenidos en el Decálogo del Abogado:

I. El Abogado debe pedir ayuda a Dios en sus trabajos, pues Dios es el primer protector de la Justicia.

II. Ningún abogado aceptará la defensa de casos injustos, porque son perniciosos a la conciencia y al decoro profesional.

III. El Abogado no debe cargar al cliente con gastos excesivos.

IV. Ningún Abogado debe utilizar, en el patrocinio de los casos que le sean confiados, medios ilícitos o injustos.

V. Debe tratar el caso de cada cliente como sí fuese el suyo propio.

VI. No debe evitar trabajo ni tiempo para obtener la victoria del caso que tenga encargado.

VII. Ningún Abogado debe aceptar más causas de las que el tiempo disponible le permite.

VIII. El Abogado debe armar la Justicia y la honradez, tanto como las niñas de sus ojos.

IX. La demora y la negligencia de un Abogado causan perjuicio al cliente y cuando eso acontece, debe indemnizarlo.

X. Para hacer una buena defensa el Abogado debe ser verídico, sincero y lógico.

En ese día, vale reflexionar sobre la vida y obra de grandes juristas venezolanos, como Arminio Borjas, Leopoldo Márquez Añez, Humberto Cuenca, Luis Loreto y Humberto J. La Roche, entre otros, que con su pluma y su ingenio, continúan inspirando los avances constitucionales y procesales de la última década, dejándonos a su vez el legado de no descansar nuestra alma por desarrollar cada día los derechos de las mujeres venezolanas por una vida sin violencia y desigualdades, de nuestros niños, niñas y adolescentes por una infancia feliz y una educación de altura, de nuestros trabajadores y trabajadores, por una mejor y mayor defensa de sus reivindicaciones y sobre todo la protección de un empleo decente y de nuestros adultos mayores, para gozar de una vejez plena de seguridad social.